Ni tanto ni tan poco

EL PSOE de Ribadeo desveló por fin su apuesta de futuro. Lo hizo presentando en solitario, si ningún tipo de presencia de arriba, que ya les vale, al que será su candidato a la alcaldía. Es el actual presidente de la Asociación de Comerciantes, Roberto Ramos, cargo que tal vez no siga ocupando por razones obvias. La elección es sorprendente porque se trata de alguien a quien no se le conocían inclinaciones políticas de ningún tipo y ni tan siquiera se sabía que tuviera inquietudes en tal sentido, pero se ve que sí. Es afiliado al PSOE desde hace tiempo, de modo que debió de ingresar en el partido a nivel local en medio de los convulsos tiempos pasados en que hubo advenimientos y deserciones a partes iguales.

Hay que reconocerle al hombre que da un paso muy importante y en cierto sentido incómodo para él mismo porque no parece que entre en política movido por intereses personales.

Se dice de él que se sabe mover en los negocios. Ahora necesitará moverse bien en los despachos y, sobre todo, en las calles, que a simple vista es donde más se les suele complicar la cosa a todos los aspirantes, aunque nunca se sabe.

Como su pasado político es cero, no se va a encontrar con problemas de recriminaciones, y si le cae alguna del lado personal se le volverá automáticamente en su haber, porque esas tentaciones de juego sucio se vuelven casi siempre hacia quien las lanza.

De modo que la crónica política que de él se puede hacer acaba aquí mismo, en un gran espacio en blanco coronado por un signo de interrogación que él mismo tendrá que encargarse de ir desentrañando a partir de ahora. Aseguran que asume el envite con gran ilusión. Bien por él, porque la va a necesitar.

De entrada, para dar un relevo digno a Eduardo Gutiérrez Fernández. Cuesta pensar en dos candidatos de un mismo partido tan opuestos. Sobre la espalda de Eduardo Gutiérrez descansan los peores resultados del PSOE de Ribadeo en su historia.

Nunca se supo realmente por qué se presentó como candidatos en las filas socialistas. La falta de respuesta a esa pregunta es el origen de su descalabro electoral. Nadie consiguió entender que un nacionalista de toda la vida apareciese de repente como número 1 del PSOE. El despiste general se tradujo en un colapso en toda regla que en tres meses se verá si todavía continúa o ya queda atrás.

Sin embargo, no está de más que alguien diga alguna cosa sobre el paso de Eduardo Gutiérrez por el Concello en esta última etapa. Como nadie va a los plenos, nadie sabe que sus intervenciones -escasísimas al principio, algo más abundantes después y testimoniales al final- eran las más temidas por el equipo de gobierno, y desde luego por la oposición si le tocaba dirigirse a ellos. Curtido en mil batallas y dueño de un ingenio y una lengua legendarios, era capaz de desmontar castillos de naipes con un chascarrillo y ridiculizar las meteduras de pata de quien fuese con un dardo certero.

Cuando se trataron cuestiones que precisaban algún conocimiento de urbanismo o de funcionamiento municipal no tuvo nunca rival, y solo el alcalde, con la experiencia que tenía acumulada, contenía las embestidas.

Añadir que Fernando Suárez se tentó siempre muy mucho la ropa antes de tocarle las narices, porque sabía de sobra que por mucho callo que haya sacado ahí no tenía nada que rascar. Sus intervenciones en muchos puntos fueron las más sensatas con diferencia del mandato que ahora expira.

Pero todo eso da igual, porque era evidente que la experiencia no se podía repetir así que su adiós se anunció el mismo día que, como concejal más veterano, entregó a Suárez Barcia el bastón de mando del Concello para que lo utilizase a su antojo con una sorprendente mayoría absoluta.

Eduardo Gutiérrez cierra una larga trayectoria política llena de luces y sombras. Fue alcalde en un tiempo en que ni siquiera se cobraba por ello, pero no le echó en cara a su sucesor que sí lo hiciera, aunque sí el cómo. Le llovieron piedras entonces y tras dejar el Pazo de Ibáñez se marchó al Parlamento donde su peso no dejó la huella que se le suponía. Luego llegó el enfrentamiento con su propio partido a varios niveles y esta última etapa ya explicada.

Superado el mazazo del principio de mandato acabó por ser un buen concejal al que la representación obtenida (un solo edil) le hipotecó siempre. Harían bien todos los que vienen detrás en pedirle algún consejo porque aunque se dice que sabe más el diablo por viejo que por diablo, en su caso se puede dejar la cosa en mitad y mitad.

EL GUSTO. Una abundante cosecha de una visita muy corta
ESTOS DÍAS se recoge la cosecha de una visita muy corta: la del Pequeño Nicolás a Ribadeo. Estaba cantado que el episodio era carne de Carnaval. Y así está siendo. En el propio Ribadeo ya prácticamente habían montado una buena carnavalada con el chaval en su momento, pero ahora la cosa está ya oficializada y su presencia ficticia en las calles casi se confunde con la real. Otros carnavales de otros puntos tampoco quisieron dejar correr un episodio digno de la España de Valle-Inclán y que todavía no acabó. Al final no se sabe si Francisco Nicolás acabará llevándose a alguien por delante.


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Publicado en la edición impresa el 16 de febrero de 2015

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