Opinión

Sentimientos

La mirada sobre Andalucía es por los resultados electorales, en lo que puedan tener de indicativo de cómo se encuentra la realidad política española. Es por la permanencia durante más de tres décadas del mismo partido en el poder: la autonomía andaluza solo conoce un color político en el poder; es ese un indicador que exige para explicarlo observación atenta de esa realidad.

Los «cortes» televisivos mostraron un discurso del sentimiento en el caso de la campaña de la socialista Susana Díaz

Pero la mirada sobre Andalucía, en el actual contexto de movimientos de cambio en España sobre la «normalidad» que marcó estas décadas de liebertades, ha de mirar también al discurso de los grupos emergentes y al discurso de PP y PSOE por ver qué respuesta dan a esta nueva realidad. Los «cortes» televisivos, que los eligen los propios partidos, mostraron un discurso del sentimiento en el caso de la campaña de la socialista Susana Díaz. Al sentimiento pertenece igualmente el mensaje de catalonafobia que lanzó el delegado del Gobierno en Andalucía contra Ciudadanos y su líder Albert Rivera: «No queremos que nos gobierne un catalán». Quienes han seguido directamente la campaña coinciden en la primacía del sentimiento hasta el extremo de envolverse en la bandera e identificarse a sí misma con Andalucía por parte de Susana Díaz. Cuando se la criticaba a ella y a su política, respondía como si se tratase de un insulto a Andalucía. Y el sentimiento del miedo estuvo en el argumentario de campaña popular. Un discurso político, como cualquier discurso, puede incorporar dosis que vayan al sentimieno, además de fundamentalmente construirse sobre líneas de argumentos de razón, que vayan a la cabeza. Los populismos y el discurso de los sentimientos van a la par. Y cuando se ocupa el poder y se recurre al sentimiento como vía nuclear para atraer el voto habrá que dudar de la gestión realizada. Si las elecciones andaluzas de hoy son de alguna forma un test para conocer la realidad y la profundidad del cambio que apuntan los sondeos, las líneas argumentales de la campaña no deberían ser referentes de lo que nos espere en España.

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