Carme Pampín: "La biotecnología ya está cambiando la economía"

La economía gallega afronta el reto de cambiar el modelo productivo con la biotecnología como área de desarrollo prioritario. Carme Pampín, la presidenta del Clúster Tecnolóxico Empresarial das Ciencias da Vida (Bioga), refrenda la buena salud de un sector en el que al tirón de sellos consolidados como Zeltia o GalChimia
Carme Pampín, presidenta del Clúster Bioga y CEO de Galchimia
photo_camera Carme Pampín, presidenta del Clúster Bioga y CEO de Galchimia

La economía gallega afronta el reto de cambiar el modelo productivo con la biotecnología como área de desarrollo prioritario. Carme Pampín, la presidenta del Clúster Tecnolóxico Empresarial das Ciencias da Vida (Bioga), refrenda la buena salud de un sector en el que al tirón de sellos consolidados como Zeltia o GalChimia, la firma que fundó en 2001 con Jacobo Cruces, se suman decenas de nuevos proyectos que Bioga acerca al capital riesgo.

¿En qué momento se encuentra la biotecnología en Galicia?
Es sin duda una de las actividades con mayor proyección y potencial. En la última asamblea de Bioga, la Axencia Galega de Innovación nos transmitió que se considera un sector estratégico para la economía y el futuro de Galicia. Las empresas viven un momento esperanzador e ilusionante. Hay decenas de investigadores formados en las universidades gallegas que buscan financiación para convertir sus proyectos en empresas punteras. Bioga ayuda a muchos a dar sus primeros pasos desde la Lonja de Inversores que organizamos cada año. También hay empresas sólidas y con presencia en medio mundo, como Zeltia, Lonza, AMSlab, Hifas da Terra, Nanogap o GalChimia. Hemos conseguido situar a Galicia en el mapa mundial de la biotecnología.

¿Son suficientes los apoyos públicos?
Nunca lo son, pero el panorama está cambiando con la biotecnología, que comienza a ser tomada en serio. En los últimos cuatro años la Xunta apoyó al sector con 10 millones de euros, además, también gestionará fondos europeos a través de la Estratexia de Especialización Intelixente (RIS3), que movilizará en toda Europa 1.600 millones hasta 2020. La RIS3 marcará un antes y un después y en Bioga queremos estar preparados ante esta oportunidad. Con el esfuerzo de todas las empresas comenzamos a cambiar el modelo de crecimiento. Hemos enseñado a los inversores que apostar por la biotecnología nada tiene que ver con la especulación o con resultados cortoplacistas. Aunque tarden, los resultados llegan.

¿Qué compuestos produce GalChimia y qué servicios proporciona?
Nos centramos en las primeras etapas del descubrimiento de fármacos. Preparamos pequeñas cantidades de cientos de compuestos que se ensayan y de los que con suerte se seleccionará un candidato para probarlo en humanos. También producimos impurezas de pesticidas para el sector agroquímico o aditivos para plásticos para empresas químicas. Por último, desarrollamos métodos de fabricación para llevar el producto del laboratorio a la planta de producción. En los últimos años, a través de nuestra ‘joint venture’ con Applus ofrecemos toda la gama de servicios de síntesis química. Ahora estamos abriendo mercado en Latinoamérica, sobre todo en Brasil, y desde Francia queremos extendernos al norte de Europa.

¿Qué parte del beneficio se destina a seguir innovando?
La mayor parte es reinvertida tanto en mejorar el equipamiento tecnológico como en actividades de I+D. Durante la crisis incrementamos sustancialmente el gasto en innovación y el gasto comercial, lo que ha resultado clave para mantenernos. La inversión media en I+D ronda el 25% de la cifra de ventas.

¿Aún contemplan cotizar en el MAB?
Las vías clásicas de financiación se secaron en los últimos años y tiramos del ingenio. Crecemos reinvirtiendo beneficios y buscando sinergias, como con la ‘joint venture’ con Applus. También estamos aliados con la israelí HQL Pharmaceuticals, centrada en el descubrimiento de fármacos en fases tempranas. Barajamos cotizar en el MAB, pero la inestabilidad de los mercados nos hizo ver que no era el momento y el proyecto está en ‘standby’. Esperar fue una buena decisión en vista de que el MAB vive una crisis de identidad.

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