Cuando "a cabeza non para"

Los centros de bienestar espiritual están en auge, en lo que parece ser una combinación de necesidad y tendencia
Una familia, practicando yoga.
photo_camera Una familia, practicando yoga.

ESTAMOS ESTRESADOS. Es una realidad. Vamos rápido, dormimos poco, estamos todo el día enganchados a la tecnología, un día sí y otro también nos despertamos con casos de corrupción y provocadoras declaraciones políticas, no llegamos a fin de mes, no encontramos empleo o el que tenemos no nos da tiempo a vivir, tenemos que hacer malabarismos para trabajar y cuidar hijos... Son angustias y pesadumbres comunes del lugar y el momento en que nos ha tocado vivir. Obvia decir que no todas son iguales. A veces mereceríamos una colleja por los motivos que nos desazonan, Y ya no digamos si los confrontamos con los de personas que realmente los tienen. En Nepal, en Siria, en el Cuerno de África, en países como Paraguay, que deniegan el aborto a niñas embarazadas tras violaciones, o aquí al lado, cuando la enfermedad trunca la vida, un anciano muere de pena o una mujer no es capaz de salir del maltrato.

Hay estrés consustancial a la vida moderna y a la vida urbana, lo que no significa que cualquier tiempo pasado fuera mejor en lo que a esto atañe. Ni mucho menos, simplemente, los motivos de angustia eran otros. No significa tampoco que el campo sea un oasis de relajación. Que se lo pregunten a los agricultores, sujetos a los mercados y al azar de la meteorología. Sucede que quizás ahora hay una mayor preocupación por vivir mejor y una mayor conciencia de que el ser humano es todo uno, de que cuerpo y mente no van por separado. Y de que muchas veces en la prevención está la salud, según repiten como un mantra los médicos, aunque luego hagan sentir mal al paciente por acudir a consultar algo que le preocupa o no puedan pedir pruebas que les gustaría porque la administración las restringe. Aunque ahora en esto también hay la corriente contraria. Especialistas que, en base a experiencia y a estudios científicos, han concluido que no siempre los cribados preventivos son beneficiosos. En fin, que uno no sabe ya qué hacer.

Resulta difícil de entender el benficio de técnicas como la autoterapia, donde la oreja es el órgano central

Luego está la evidencia de que la crisis ha provocado un aumento de trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad. Así lo prueban los estudios epidemiológicos y los datos de consumo de fármacos. Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, la utilización de fármacos ansiolíticos e hipnóticos aumentó más de un 57% en España entre 2000 y 2012. La mayor variación se produjo entre los años 2008 y 2011. Otro documento de la misma entidad revela que el consumo de antidepresivos se triplicó entre 2000 y 2013, lo que no significa que los trastornos aumentaran en la misma medida. En el incremento de la dispensación también influye una mayor detección diagnóstica y la extensión de las indicaciones terapéuticas autorizadas para estos medicamentos, explica la agencia.

Crisis, vida moderna, conciencia... y hasta puede que un poco de moda, sumado a la necesidad de ganarse la vida, cuestión nada menor, están haciendo que proliferen los centros de bienestar y de terapias alternativas. En el último año, en la ciudad han abierto al menos cuatro. Uno de ellos trajo esta semana a Lugo a un monje budista, fundador del que dicen que es uno de los mayores centros budistas de Europa, en la aldea ourensana de Ventoselo. Acudió a impartir un curso de meditación, una de esas muchas técnicas importadas de oriente, que básicamente consiste en liberar la menta de pensamientos durante un determinado periodo de tiempo para experimentar calma y tranquilidad. Ahí es nada.

Es curioso, todo lo que suena a oriente suele asociarse a calma y tranquilidad. Como si por esas latitudes no hubiera problemas ni angustias. En algunos casos, la vinculación está justificada, porque está demostrado el efecto positivo de muchas técnicas (yoga, tai-chi, acupuntura...). No en vano tienen siglos y cada vez es más frecuente que especialistas en medicina convencional complementen su formación con este otro tipo de tratamientos o deriven a especialistas en ellos. Y aun así, a menudo la práctica de muchas de estas técnicas sigue provocando pudor y guaseo.

Otras prácticas producen más escepticismo, y eso que de todas es posible encontrar siempre fervientes defensores. En muchos casos, puede que las suspicacias vengan dadas por el desconocimiento. Desde luego, desde fuera resulta difícil de entender el poder terapéutico de métodos como la posturología (descrita como técnica diagnóstica diferencial sobre los captores y sistemas que regulan la postura y el equilibrio), el reiki (que se basa en el principio de que el profesional es capaz de canalizar la energía universal hacia el paciente), la auriculoterapia (todos los órganos del cuerpo están reflejados en la oreja), el canto prenatal, el masaje shantala (permite conectar y establecer un vínculo con el bebé) o las flores de Bach (38 remedios florales).

Sucede, además, que a veces se mezclan prácticas con base científica y acreditadas durante siglos con técnicas que tienen solo unos años y fueron desarrolladas por personas que, por las razones que fuera, buscaban alternativas a lo convencional y tienen solo unos años de desarrollo. Otras veces el reparo hay que ponerlo en quienes aplican las técnicas, porque no siempre la preparación parece la adecuada.

Hay otra forma de verlo, la de quienes creen que, mientras algo siente bien y no perjudique, bienvenido sea. Ya sean flores, baños de salud o mindfulness.