Feijóo se encomienda al Apóstol para superar los desafíos

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El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, ha pedido la intercesión del Apóstol Santiago para generar entendimiento y paz en todo el mundo, y poder así superar los desafíos a los que se enfrenta la humanidad.

 
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Durante su intervención como delegado regio en la ceremonia de Traslación de los restos del Apóstol, celebrada en la catedral de Santiago, Núñez Feijóo dijo que, al igual que en el pasado, el peregrino de nuestro tiempo busca en el Apóstol "consuelo, esperanza y afianzar el vínculo que los haga partícipes de una obra colectiva".

Así, afirmó que los avances tecnológicos, el bienestar o la conquista de la libertad, "son logros necesarios pero insuficientes, porque ninguno da una respuesta plena a las necesidades de la gente".

Esa carencia, indicó el presidente gallego, "se acentúan en momentos de dificultad", y por ello dijo que, a las puertas del año santo 2010, "esos lazos capaces de anudar en una energía común a hombres y mujeres, se ha convertido en un requisito imprescindible para afrontar los desafíos de nuestros tiempos".

El ''esfuerzo enfermizo'' de eliminar a Dios

Por su parte, el arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio, que presidió la ceremonia, aludió en su homilía a la actual "crisis de valores" de la persona. En palabras de Julián Barrio, puso como ejemplo al Apóstol Santiago, en un momento, subrayó, "en que hay un esfuerzo enfermizo por eliminar a Dios de nuestro horizonte".

La ceremonia religiosa de la Traslación se celebra todos los días 30 de diciembre. En ella se simboliza el traslado de los restos del Apóstol Santiago desde el puerto de Jaffa, en Jerusalén, hasta las costas gallegas, donde fueron desembarcados en el muelle de Iria Flavia, en el municipio coruñés de Padrón.

Desde allí, la leyenda dice que fue llevado, con el apoyo de la reina Lupa, en un carro tirado por bueyes hasta donde al azar detuvo la comitiva con el cuerpo del hijo de Zebedeo para ser enterrado. Después del olvido, el lugar fue descubierto por un eremita en 813 y en 1109 el rey Alfonso VI hizo la primera ofrenda, que se institucionalizó en 1642, bajo el reinado de Felipe IV.

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