La producción de opio cae un 10% y se hunde el precio de la droga

Mano dura contra el narcotráfico y más rentabilidad de los cultivos legales. Esas son dos de las condiciones que han hecho posible que la producción de opio en Afganistán haya caído un 10 por ciento en 2009 y que los precios de la droga estén en sus valores mínimos en la última década. Así lo recoge el último informe sobre el opio en el país asiático, hecho público este miércoles en Viena por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), y en que se destaca que el número de hectáreas de cultivo de amapola bajó hasta 123.000, desde el pico de 193.000 alcanzado en 2007 ó las 157.000 de 2008.

Esa rebaja del 22 por ciento de la superficie cultivada no ha tenido tanta repercusión en la reducción de la producción debido a que ha aumentado la cantidad de droga que se extrae de cada planta. ''En una época de pesimismo sobre la situación de Afganistán, esos resultados son una grata buena noticia que demuestra que el progreso es posible'', indicó Antonio Maria Costa, director general de la ONUDD.

El optimismo de Costa es respaldado por datos que hablan de menos opio, menos familias implicadas en su cultivo y menos ingresos por el cultivo de la droga ilegal. Así, los datos de 2009 hablan de que 800.000 personas menos trabajan en los campos de amapola y que los beneficios que se obtienen del cultivo de opio han pasado de los 95 dólares que se pagaron en 2008 por kilo de droga seca a los 65 a que cotiza este año.

Utilización de la droga con fines políticos
El sobreabastecimiento de opio y la relativamente baja penetración de la droga en Europa han tirado los precios de la droga a sus mínimos desde finales de la década de los 90. Así, si en 2007, el cultivo de opio aportaba a los agricultores 10 veces más ingresos que el de trigo, este año, ''sólo'' se obtiene el triple.

Pese a ello, la diferencia entre lo que se paga por el opio en los campos afganos y en las calles de occidente es abismal. Los 439 millones de dólares que fueron a parar al bolsillo de los agricultores se convirtieron en 3.400 al abandonar el país y se multiplicó hasta 52.000 millones cuando la droga llegó a los adictos en occidente. Así, apenas el 0,8 por ciento del dinero generado por la droga queda en manos de los campesinos.

Pero pese a las buenas noticias, el informe de la ONU advierte de que la inestabilidad en el país y los inmensos beneficios del narcotráfico están creando auténticos ''narco carteles'' afganos. ''Un matrimonio de conveniencia entre la insurgencia y los grupos criminales está generando narco carteles vinculados a los talibanes'', alerta Costa en el informe. El alto funcionario de la ONU recuerda que, al igual que en Colombia con las FARC, ''el tráfico de droga comenzó como una medio hacia un fin político''.

De hecho, el reporte de la ONU indica que la falta de seguridad y el cultivo de opio están estrechamente relacionados. El 80 por ciento de toda la droga producida proviene de cinco provincias del sureste del país, las más inseguras y donde las condiciones de seguridad son calificadas por la ONU de ''alto o extremo riesgo''.

Grandes reservas
Con todo, la ONU insiste en su informe en que sin la erradicación de la pobreza, que lleva a muchos agricultores a dedicarse a cultivos ilegales, será complicado acabar con el narcotráfico. Tanto, que el propio Costa asegura que el desarrollo de las zonas rurales debe impulsarse tanto como la actual ofensiva militar ''para alimentar y emplear a los granjeros y no sólo buscar y destruir sus drogas''.

Pero desde la ONU se alerta de otra situación. La demanda anual de opio para uso ilegal no supera las 5.000 toneladas, muy por debajo de las 6.900 producidas en Afganistán en 2009 o en años anteriores. Pese al desequilibrio entre suministro y consumo, los precios de la droga en la calle no se han hundido, lo que la ONU interpreta como que grandes cantidades de opio se están manteniendo alejadas del mercado.

Los cálculos de la ONUDD hablan de unas reservas de opio de hasta 10.000 toneladas, suficientes para abastecer a los consumidores de heroína en el mundo durante dos años. ''¿Dónde están, quién las está acumulando y por qué? Los servicios de inteligencia deberían desactivar la bomba de relojería de las reservas de opio antes de que se transformen en fuente de situaciones siniestras'', advirtió Costa en su informe.

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