''¿Y las anchoas?''

A Miguel Ángel Revilla no se le conoce —ni se le supone— asesor de imagen y, sin embargo, se ha convertido en un fenómeno de masas al alcance de pocos. De media estatura, delgado, rostro labrado y característico bigote argelino, su porte no es el de un donjuán, pero a su paso se alzan las voces rendidas  de las señoras. ''¡Me encanta este hombre! ¡Y tiene un parque en Cabárceno sensacional!'', comentan emocionadas dos amigas que se lo encontraron en la Rúa da Raíña. Los hombres no le van a la zaga.

Pocos pasos más allá, lo para uno que le repite con insistencia a dos palmos de su cara: ''¡Me caes de puta madre, tío!'' Y Revilla se deja querer. ''¡Qué cosas me dicen aquí, voy a volver más!'', comenta con gracia, y se para y accede cada vez que alguien le grita ''¡Presidente! ¿Puedo hacerme una foto con usted?''.

Con escenas como estas a cada dos pasos, el presidente de Cantabria llegó, acompañado de su mujer, Aurora Díaz, con algo de retraso a la recepción en la casa consistorial de Lugo. El alcalde, José López Orozco, salió a recibirlo a la Praza Maior. ''¡Menudo ayuntamiento que tienes. Ya he preguntado qué iglesia es esa!'', le soltó Revilla, mientras los viandantes le gritaban ''¿Y las anchoas? A Orozco le gustan mucho las anchoas''. ''Algo habrá'', contestó enigmático Revilla.

En el concello le esperaban tres generaciones de Revillas asentados en Lugo, de quienes ya tenía noticia; la corporación muncipal, y una representación de la comunidad cántabra.

''Celebramos tu presencia'', le dijo Orozco, ''porque nos enseñas la naturalidad y que los envaramientos a nada conducen, sino que nos alejan de la gente''.

Revilla demostró por qué Andreu Buenafuente lo eligió como colaborador e improvisó un discurso ingenioso que no decepcionó. ''Nací en un pueblo a 2.000 metros de altura y cuando bajé tenía 17 años. He hecho de todo en mi vida, he cuidado ganado, he trabajado para pagarme los estudios, y no tengo la sensación de haber cambiado. Debe de ser que los otros no se comportan con normalidad'', dijo como explicación a su popularidad. Se metió en política tras haber sido director de banco, corredor de bolsa y profesor universitario. ''Lo dejé todo para articular una Cantabria autónoma. No soportaba que nos pusieran en Castilla la Vieja. Pero si tenemos un mar'', resumió.

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