Opinión

Está raro

EL CANDIDATO del Partido Popular a la Alcaldía de Lugo fue el primero en proponer la celebración de un debate entre los aspirantes a sujetar el bastón de mando durante los próximos cuatro años. Recogió el guante casi de inmediato el actual regidor local. López Orozco respondió de forma airada y le recordó a su adversario que su idea no «es ninguna novedad», porque en la anterior campaña los rivales políticos mantuvieron hasta siete encuentros para intercambiar impresiones, propuestas electorales, descalificaciones y, en algún caso, hasta ciertas antipatías. Según Castiñeira, su intención es plantear una discusión de guante blanco, en un «tono correcto». Una conversación para confrontar programas, en positivo, sin caer en el insulto. Una reunión en la que impere la cordialidad que ha faltado en muchas ocasiones a lo largo del último mandato y en la que participen todas y cada una de las formaciones que concurran con una lista a los comicios del 24 mayo. Quizás sea la presencia de los nuevos la principal novedad, dado que los tres partidos con representación en la actual corporación llevan debatiendo sobre el estado de salud del municipio al menos una vez al mes durante los últimos cuatro años. Para eso, se supone, están los plenos del Ayuntamiento. Por eso mismo, se entiende, cobran los señores concejales por asistir a las sesiones.

Los debates electorales suelen ser bastante aburridos. Sin demasiadas sorpresas. Se marcan los tiempos y se pactan los temas. En definitiva, se encorseta la conversación y la posibilidad real de un intercambio de impresiones entre unos y otros. Normalmente, los candidatos van a esos encuentros con la intención de hablar de su libro y con la ansiedad, más o menos contenida, de sus propias perspectivas de éxito. Por lo general, el aspirante que está en el ejercicio del cargo defiende su gestión y alaba los logros de su gobierno, mientras que sus contrincantes, de forma especial los que lo han acompañado en su camino desde los sillones de la oposición, intentan despellejarlo vivo y dejar sus vergüenzas, si es que las tiene, al descubierto. A veces, con verdades como templos góticos, en ocasiones con una demagogia de mercadillo que casi parece un insulto a la inteligencia de los que tienen que escuchar semejantes muestras de impudicia. También se plantean propuestas y declaraciones de intenciones. Las hay realistas, pero también otras tan populistas y utópicas que incluso suenan ridículas. La parte más interesante, si el formato lo permite, suele ser el coloquio en el que se abre el turno de preguntas para los sufridos administrados. Muchos tiran con bala. Aunque los políticos son seres escurridizos, algunos incluso aciertan y hacen blanco. Además, en estos momentos, con los comicios a la vuelta de la esquina, las heridas duelen más y resultan difíciles de curar. Siempre hay un rival dispuesto a echar sal sobre la llaga.

La irrupción de nuevas candidaturas y el ambiente preelectoral dificultan pronósticos

Orozco es todo un animal político. En sus dieciséis años en la Alcaldía, ha gobernado en coalición y en solitario, con mayoría simple o absoluta, siendo la lista más votada o la segunda en apoyos. Pactó con los nacionalistas temas capitales para el municipio, pero también lo hizo con los populares. Incluso llegó a someterse a una moción de confianza para sacar a delante unos presupuestos. Se puede decir que está curtido en las entretelas de este oficio. Sin embargo, esta misma semana reconocía que el ambiente electoral «está raro». El motivo es que «lo que antes era cosa de tres», ahora parece que puede ser «de cinco o seis». Curiosamente, algo parecido decía unos días antes, sin recurrir a un epíteto tan difuso, el candidato del PP.

Se dice que los debates electorales pueden perjudicar más a quien ya gobierna o a quien va de favorito en los sondeos de opinión. Probablemente, los que se organicen hasta las elecciones de mayo en Lugo no sirvan para voltear la intención de voto de la mayoría. Ahora bien, con tantos personajes en escena, un puñado de papeletas puede decantar la balanza hacia un lado o hacia otro. Y el ambiente, ciertamente, está raro.

Cerna de carballo

Es de bien nacidos ser agradecidos. Hace casi tres lustros, alguien decidió ponerme entre las manos, con mayor o menor acierto, la apertura de la emisora de la Cadena Cope Vilalba. Xosé Manuel Carballo fue de los primeros en responder a mi llamada de colaboración desinteresada. Subía el listón del programa una vez a la semana ‘Con retranca e sen ela’. Doscientos amigos acaban de hacerle un homenaje en forma de libro: ‘Cerna de Carballo’. Cuatrocientas páginas cargadas de buenos sentimientos que, seguramente, se quedan cortas para describir a una figura tan grande como humilde.

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