Opinión

Algo más que barreras

LA TRAGEDIA de los emigrantes que intentan entrar en Europa, al margen de controles, por el Mediterráneo es, antes de nada, consecuencia de la miseria, la violencia y la economía injusta en sus países de origen y en la economía de la globalización. Europa, que miró para otro lado hasta las últimas grandes tragedias en el sur de Italia, parece enfocar el problema en términos de departamentos de Interior, en campo policial: incrementar la vigilancia que impida la llegada a las costas del sur de Europa de esa emigración sin control. Se entiende que se busque cerrar esa vía de acceso a Europa, pero se habrá de entender también como una auténtica alarma humanitaria, que debería avergonzar a los europeos, que la acción preventiva de salvar vidas humanas en el mar no aparezca como una prioridad. Se entiende que se actúe, al fin, contra las mafias que fomentan ese criminal tráfico de personas. Se entiende que en esa acción se colabore con los gobiernos de la costa norte de África, de donde parte ese tráfico de personas. Pero no se entienden acciones de política exterior occidentales que dejan el caos después de los bombardeos, en Libia por ejemplo, ni se entiende que, aunque sea sin cuestionar el escandaloso beneficio de unos pocos, no se actúe para mover las economías del hambre. Son esas economías de la carencia absoluta y la miseria las que lanzan realmente sobre Europa a quienes buscan sobrevivir en condiciones de mínima dignidad. Evidentemente que es un problema a resolver para que no estalle en conflictos sociales y políticos en los países receptores, España entre ellos. Algunos movimientos políticos extremistas en Francia, Reino Unido, Alemania o los países nórdicos encuentran su caldo de cultivo en el alto porcentaje de inmigrantes entre su población. Es una urgencia a resolver en Europa, que pasa por mejorar las condiciones de vida en el origen.

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