Opinión

La amargura de una derrota en la orilla

PESE AL buen rollo entre aficiones, los de enfrente no dejan de ser el enemigo. En Ourense lo tienen claro, el Mourinho del Breogán es Álex Llorca. Y como tal recibió sus cánticos antes del partido. “Vete al teatro, Llorca vete al teatro”. En Valladolid ya le acusaron de ganarse la vida como actor y en el Pazo Paco Paz no quisieron ser menos. Lo que es cierto es que el pasado domingo Llorca acabó con el brazo hinchado, y con otras partes del cuerpo aún más hinchadas. Con Samb la cosa era distinta. Se puso a estirar junto a la grada y un joven ourensano le gritaba. “Hoy no, Samb, hoy no”. Y Samb se reía, como siempre.

De menos risas fue lo del himno gallego, escuchado con total respeto hasta las estrofas finales, las que dicen “fogar de Breogán”. Gran parte de la afición del Ourense debió de pensar que la letra la escribió Lisardo Gómez y el himno acabó con una pitada, como si de una final de Copa se tratase.

Lo que sí parece que escribió Lisardo fue el guion del inicio de partido, de claro color celeste y con Mc Ghee como dueño del partido. Pero el cuento se terminó en el segundo cuarto y los cerca de 1.000 aficionados desplazados a Ourense empezaron a digerir la derrota y a pensar lo que se escapó el pasado domingo. Caer en el último partido es duro. En la orilla, el sabor de la derrota es muy amargo, y más después de haber dejado fuera de competición a dos ogros como el Palencia y el Valladolid. La marea celeste fue testigo de la fiesta del Ourense, en silencio, con respeto, el que le faltó a los que pitaron el himno. Solo lo rompió de vez en cuando para animar a su equipo. El partido estaba perdido, pero con el bocinazo final empezaba otro, el de la próxima temporada.

La tensión acumulada después de tantos partidos provocó una pequeña tangana entre Christian Díaz, Dani López y Álex Llorca. Los breoganistas tienen la sensación de que en estos dos últimos partidos quedaron muchas faltas por pitar y estallaron por ahí. Sergio Sánchez fue expulsado y los decibelios de la fiesta montada por la afición ourensano superaron a los de la orquesta Panorama.
 

Nunca tan cuesta arriba se hizo el viaje entre Ourense y Lugo a una afición que no tuvo ningún reproche para sus jugadores. Y es que, pese al mal partido jugado ayer, no había motivo. El ascenso del Ourense es merecido, como lo hubiera sido el del Breogán, pero en la ACB solo había sitio para uno. Toca esperar.

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