Opinión

Crónica de un disparate

DAVID HA vuelto a perder contra Goliat. Ya había sucedido antes con el accidente de Spanair o el del Metro de Valencia, por lo que el cierre de la instrucción del Alvia con el maquinista como único imputado no debería sorprender a nadie. Pero hubo un momento en que el tesón del juez Luis Aláez nos hizo pensar a los más ingenuos que, aunque fuese solo por una vez, podría haber cierta justicia para las víctimas y que los poderosos tendrían, al menos, que dar la cara por una tragedia que pudo haberse evitado (en lo único en lo que coincidieron los peritos es que con el ERTMS el siniestro no se habría producido). La esperanza quedó extinguida con la decisión de su sucesor, Andrés Lago -al que bien podríamos denominar'El ausente' por su limitada implicación desde que asumió el caso- de dar carpetazo a la investigación dejándola tal y como empezó, hace más de 26 meses: con el culpable más evidente, Francisco José Garzón, como único señalado. El magistrado avala así que todos los posibles responsables de Fomento se marchen de rositas, como si no hubiesen perecido 80 personas bajo su gestión, y que toda la culpa recaiga, como ya es tristemente tradición, sobre el conductor. Y lo que es tanto o más indignante: no es solo que no haya responsabilidades penales, sino que tampoco las hay políticas. Para colmo de los colmos, muchos de los eventuales responsables fueron premiados con ascensos. Algo huele a podrido en el sistema.

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