Opinión

Un modelo de turismo

Si ‘E para comer Lugo’ es el gran reclamo turístico de esta provincia, no queda más opción que la de valorar como un hecho negativo que ningún restaurante de la misma figure entre los que reconocieron como ‘estrellados’ por la guía roja la noche del miércoles en Santiago. Entre esos trece de Galicia habría de figurar alguno de Lugo. O, mejor todavía, que el o los lucenses se sumasen a esos trece. La gastronomía y la restauración representa un efecto llamada de visitantes. En Lugo además hay una tradición. Hay una fama. Falta ese salto. Las estrellas Michelin sirven para atraer un turismo de poder adquisitivo medio/alto. Tienen un efecto llamada sobre todo cuando se concentran en un entorno geográfico o en una misma ciudad. San Sebastián es un buen ejemplo. Es buen negocio para la ciudad. Pontevedra y sus poblaciones límitrofes van camino de conseguirlo: Solla, Pepe Vieira, Yayo da Porta y Culler de Pau. Si seguimos hacia el sur sumamos Maruja Limón, en Vigo, y Silabario, en Tui. No está nada mal. ¿Qué impide que lleguen las estrellas a la costa lucense, a la capital y al interior? Hay buenos ejemplos de restaurantes que han hecho los deberes de renovación, de innovación en la carta, de mejoras y cuidado en sus salas y el servicio. Podemos pensar en la ‘tacañería’ o el desconocimiento de la realidad renovadora lucense, con calidad y fidelidad al producto de la tierra y del mar, por parte de los inspectores. Se puede pensar que salvo contadas excepciones no hay proyección ni dentro ni fuera de esta cocina renovada lucense. Hay carencias de promoción y proyección. Para el turismo de calidad, el que gasta, la llamada gastronómica es importante. En un referente de turismo para la provincia de Lugo -costa, capital e interior-, los atractivos de la naturaleza, el patrimonio, el paisaje y el clima para un potencial segmento de turistas incluye como reclamo la restauración estrellada.

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