SI, PARECE que con acierto, hay quienes proponen en los diferentes pactos para un Gobierno la democratización real de los partidos -primarias, por ejemplo-, que existan dos candidaturas para dirigir el PP de Lugo debería verse como expresión de salud política. El monolitismo impuesto por los aparatos partidarios y el temor al pluralismo dentro de una misma organización política o social deben ser viejas sombras de cuarenta años de «unidad de destino» o de ortodoxia comunista en la clandestinidad. El dedo que marca al heredero y la sucesión organizada/impuesta deberían ser pasado. ¿Qué están haciendo demócratas y republicanos ahora mismo en Estados Unidos? Practicar la democracia dentro de cada partido para decidir su candidato. No se rompe nada por que aflore la pluralidad, por la competición y la confrontación, como demuestra una de las democracias con más historia. La existencia de dos candidaturas en el PP de Lugo es de suponer que responde a sensibilidades y planteamientos diferentes que, sin falsos temores a riesgos de rupturas, deberían transmitir a sus militantes y a la ciudadanía en general. Interesa a todos por cuanto es a toda la ciudadanía a la que luego se pide el voto.
Resucitar las listas. La existencia de listas de buenos y malos es una práctica de sociedades intolerantes. Lo grave de elaborar un listado de franquistas en el catálogo de nombres de las calles de Madrid -con pago de 17.999 euros por el Ayuntamiento para tal labor- no es la imbecilidad de pretender cargarse a Josep Pla o a Álvaro Cunqueiro como merecedores de una honra callejera, lo grave es volver a las listas de las dos Españas. ¿Es esa la memoria histórica? Hubo un PCE perseguido que acordó en 1956 la reconciliación nacional.
