Opinión

El espejo

NUESTROS POLÍTICOS volverán a visitar las ganaderías y los puertos lucenses, de impoluto traje y corbata, acompañados por el son estruendoso de la campaña electoral. Entre foto y foto se acercarán al micrófono para anunciar la multiplicación de la leche y de los peces, ajenos a las crudas imágenes que refleja el espejo de la realidad. No es necesario refugiarse en el sensacionalismo de las vacas muertas de hambre en Chantada, Friol o Boiro para apreciar que el sector lácteo se desangra camino de una muerte anunciada, sin que nadie lo remedie. El aumento de la facturación en las lonjas pesqueras, gracias a los ingresos de los barcos que faenan en aguas comunitarias, no ocultan las dificultades de algunas flotas del caladero nacional. Es el caso de la complicada situación del cerco lucense durante la costera de la caballa, cuyo escaso cupo se ve rebajado por las sanciones impuestas por la UE. ¿Cómo puede subsistir un barco y sus diez tripulantes con un cupo de 8.000 o 14.000 kilos para la campaña si no hay opciones alternativas? La respuesta administrativa no pasó por la negociación. Solo hubo presión de los inspectores y del Seprona y multas ejemplarizantes. La prudencia aconsejaba a los pescadores devolver el pescado al mar un día sí y otro también, aunque no les dieran las cuentas. De seguir esta tendencia, el espejo nos dibujará una provincia deshabitada y convertida en parque temático natural, sin que haya plataforma, ni político que lo arregle.

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