Opinión

Vuelve la TIA

NO ME sorprende que el ministro Fernández Díaz, ese involucionista radical que nos quiere devolver a los tiempos de ‘Marcelino Pan y Vino’, promoviese turbias maniobras para desprestigiar a sus rivales políticos. Sí me preocupa que lo pillen en todos los fregados, ya sea sirviendo de paño de lágrimas a su amigo Rodrigo Rato, aunque los biempensados entendamos que fue un acto propio de su caridad cristiana, o apretando al jefe de la Oficina Antifraude para buscar las cosquillas a independentistas catalanes, como descubren unas grabaciones filtradas en plena campaña. No iba a levantar la perdiz, desde luego, si se tratase de unos amigos del alma que se esfuerzan en españolizar Gibraltar a golpe de cuenta corriente como los Pujol catalanizan Andorra. Este ministerio ya montó, en otros tiempos, la guerra sucia contra Eta y el Gal, con el comisario lucense Amedo, otros cargos públicos y mercenarios convertidos en matones trincones al abrigo de los fondos reservados. El caso del beatífico Fernández es digno de las historietas 'Mortadelo y Filemón, investigadores de la TIA'. ¿Qué responsable de seguridad tenemos si cualquiera le graba una conversación telefónica y le deja con cara el alguacil alguacilado? ¿Será víctima de una trama de 'Anacleto, agente secreto'? Fernández, indignado, ordena una autoinvestigación para librarse de culpa y «a quién De Dios se la dé, que Sampedro se la bendiga», como ya se dice del nuevo tándem técnico del CD Lugo.

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