AL SER el paro laboral una de las lacras que más abruma a la sociedad, y por consiguiente uno de los dramas más sensibles a la hora de tratarlo, no es extraño que los políticos (todos) metan baza con descaro oportunista, en la seguridad de que sacarán tajada con el oro y el moro, que al final es nada. Pero no todos perciben la argucia.
Unos venden el haber creado miles de puestos de trabajo. Otros proclaman que van a generarlos. Y tal como lo plantean, el poso que se transmite es que son ellos y no los empresarios (salvo en el empleo público) quienes los alumbran. Cierto es que dependiendo de la política que se aplique por los gobiernos, con ayudas sociales, exenciones fiscales u otras indulgencias, las empresas tendrán mayor o menor capacidad de maniobra, pero en cualquier caso serán ellas y no los políticos, como estos dan a entender, las que lo conformen.
Viene ahora el PSdeG prometiendo crear 10.000 puestos en Galicia, dentro de su precampaña a las autonómicas. ¿Y por qué no los 800.000 que cifró en su día Felipe González? Ya se sabe cómo acabó aquello, pero es una cifra más rimbombante y al final el chasco sería el mismo.
