CON ESCOBAS o no de plata (¡qué gran sarcasmo!), cada día que pasa Lugo gana enteros en suciedad y en abandono. Al cobijo de la desidia municipal, el deterioro alimenta el deterioro. Bien es verdad que no todos los ciudadanos contribuyen en su justa medida a acrisolarla, y las meadas en la catedral lo evidencia. Pero de un tiempo a esta parte, no pocos contenedores descuellan durante el día rodeados de bolsas de basura, las que debieran estar en su interior y no lo están. Ahí se quedan; el camión de recogida solo lleva lo que hay en el estanco al no ir asistido de operarios como en otro tiempo. Y los barrenderos de a pie, unas veces las meten y otras no. Lo sorprendente es que la mayoría de los depósitos están vacíos o medio vacíos. No es, pues, por exceso de materia orgánica. Como todo, tiene una explicación. En su mayoría son contenedores en los que no funciona el pedal, el dispositivo que se acciona con el pie para la levantar la tapa. Y los depositantes, por no hacerlo manualmente, optan por comodidad dejar las bolsas fuera, al lado, con lo cual también denuncian la dejadez de la empresa de recogida. Y la empresa, a lo suyo.
