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El PP, fuera del castillo

 Tras la caída de la fortaleza de Soutamior, el PP ha combatido a campo abierto, con una ayuda de la oposición mayor que nunca

SIN ALCANZAR nunca el 50% de los votos que sí superó en tres ocasiones Fraga, ni contar con el carisma ni tampoco con el rechazo que generaba el exministro de Franco, a Núñez Feijóo le favorecieron las desgracias del centro-izquierda, desde el cisma del bipartito a la ruptura del BNG y la salvación de Pachi. Pero en estas elecciones, si se confirma el pronóstico de las encuestas, tanto las publicadas como las ocultas, y vence Feijóo ya no va a ser porque cuente con la ayuda de la oposición, sino porque el centro-izquierda trabaja para él, salvando al PP de la quema cuando, por más que mejorase el 26 de junio, seguía estando débil en Galicia. Por ejemplo el 26-J sacó un 41,5%, frente al 47,1% del 2004, que fue el preludio de la caída de Fraga. 

Esa posición enflaquecida tiene un símbolo, el castillo de Soutomaior, la fortaleza de la que la socialista Carmela Silva desahució a Rajoy y Feijóo, al impedirles celebrar allí la apertura del curso político. Sin embargo, el PP pasó a combatir en campo abierto, no sólo simbólicamente, sino también en la realidad, porque desde el 26-J vuelve a sentirse cómodo en el territorio, como mostró Feijóo con su banco azul. 

Feijóo superó sin problema una campaña en la que aun así Pontón destacó, Villares fue de menos a más y Leiceaga exhibió solvencia

Y la campaña ha favorecido a los populares, al desarrollarse con un perfil bajo y con una escasa movilización en los actos, lo que sirvió para enfatizar la relevancia del mitin del PP en la plaza de toros de Pontevedra, por más que en el fraguismo llegase a haber eventos con el doble de gente. 

La capacidad de arrastre bajó mucho más en el PSdeG, que pasó de llenar As Travesas a meterse en una pequeña sala secundaria del auditorio Mar de Vigo. También En Marea ha perdido gancho, como se vio en los actos de Pablo Iglesias, aunque el de Vigo estuviese mejor. El BNG, por su parte, ya no está para grandes fiestas y C’s no pasa del intimismo en los encuentros con Albert Rivera. 

Feijóo parece salir bien de la campaña, sin cometer errores y sin que se notase el lastre potencial que le suponía la gran presencia de Rajoy. En el centro-izquierda, PSdeG y En Marea sufrieron el contagio de las crisis internas del PSOE y Podemos. Para Leiceaga supuso un frente más, al sumarse al de Vigo. Aún así el candidato socialista mostró su solvencia personal. El de En Marea, Luís Villares, fue de menos a más, pues decepcionó en el debate y fue mejorando como mitinero, sobre todo con su emocionante discurso de su Lugo natal. Ana Pontón, por su parte, brilló en el debate y demostró que merece estar en el Parlamento. Y Cristina Losada sólo contó con el aval de la claridad de Albert River, que planteó bien su objetivo de pretender condicionar a Feijóo. 

Ha sido una campaña que, en proporción, interesó más fuera de Galicia que dentro, por los efectos que tendrá el resultado de mañana en la bloqueada investidura.

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