LAS REACCIONES críticas con el "chío" del diputado Miguel Anxo Fernán Vello sobre el voto de los ciudadanos gallegos no pudieron sorprender ni al propio autor. No es cuestión de hablar ni ver la caza del diputado sin reconocer que la mecha se había prendido antes. Liquidaciones morales por aquí hubo y hay en exceso por no compartir opiniones o ideas del Torquemada de turno. No es el caso. El tuit, con sus frases bien hilvanadas como corresponde a buen poeta, cómo no va a sorprender. Casi resultaría increíble. No tiene desperdicio como suma de históricos tópicos de desprecio e insulto a los gallegos. No hay una idea, "ni en caliente". Honra al diputado de En Marea que haya rectificado con expresión de respeto al voto ciudadano. Es elemental principio democrático. Con eso, y sin ver más persecuciones, sería el punto final. Por cierto, culpar a los medios cuando no se logra lo que se espera, pertenece a la más rancia política.
Desglose de vergüenzas
La gran sinvergüencería que ocultan las tarjetas black, que se juzgan en Madrid desde el lunes hasta las vísperas de nochebuena, está en el desglose de las partidas del despilfarro: desde la compra de lencería, es de suponer que fina, a las entradas del cine. Hay que ser cutre. La partida de restaurantes dice mucho de la alegría de este personal a cuenta de la pólvora del rey. O sea, de todos. Ese desglose público de las partidas de gastos no es ilegal, según respondió el fiscal. Ese desglose retrata a los que se sientan en el banquillo. Esa justamente era la ilegalidad de que se hiciese público. Es una mínima muestra de los desmadres y excesos de un tiempo que precipitó sobre el país el descrédito en las clases dirigentes, con arriesgadas consecuencias sociales y políticas. A la clase dirigente, que no va al saqueo, y a este sistema se le debe que el juicio se celebre.
