Opinión

El impasse

EN EL momento del golpe de mano que defenestró a Pedro Sánchez en el PSOE, dos militantes me aportaron diagnósticos opuestos: uno apuntaba al bochorno de un partido dividido, acabado, con una inevitable inmolación por la izquierda y otro lo veía como la salvación socialista dado que el ya exsecretario general pretendía cosas alocadas e inabarcables para él.

Partidarios del cambio felipista creen ahora que el PSOE, lejos de la irrelevancia o ser rehén del PP, tiene en su mano moderar la ‘desfeita’ de aquel plan de estabilización que le impusieron a Zapatero y la devaluación por la base que trajo Rajoy en la pasada legislatura. La subida del salario mínimo, la marcha atrás en la ley Wert o la política de impuestos llevarían el sello socialista, disuadiendo a la línea dura del Gobierno con los asalariados.

Sin embargo, la travesía del desierto continúa, el liderazgo no se vislumbra y el aval por la base a estos u otros movimientos políticos hay que imaginarlo, dada la división interna. Cuando se anuncia la gira de Sánchez de cara a un congreso federal sin fecha, solo cinco de catorce agrupaciones locales mariñanas le dieron su apoyo, por ejemplo, y la mayoría de cargos guardan la ropa.

Eso sí, hay Gobierno y esta semana hemos vuelto a ver fotos de un Día de la Constitución que, cada vez más, se parece más a un capítulo de '‘Ley y orden'’ cuando debería ser una auténtica fiesta de la democracia.

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