LOS VECINOS de Lugo capital no son ciudadanos de Segunda, ni de Tercera. Cuando se habla de inversiones públicas el dinero va para otra parte. Un particular hado maléfico sobrevuela la urbe. El triste sino se repite en los presupuestos autonómicos de 2017. Los augurios invitaban al pesimismo tras el reciente rifirrafe por la petición del gobierno local a la Xunta para que aumentase las ayudas para nuevo auditorio. El intento de lograr una subvención similar a la concedida al Concello de Ferrol resultó inútil. Tampoco se ve reflejada en los Orzamentos. Pero aún resulta más dura la ausencia de partidas para la estación intermodal, algo que sí se contempla en Vigo, A Coruña, Ourense y Santiago. Hasta los premios de consolación en materia de transporte llegan tarde. El proyecto de conexión rápida con el Ave en Ourense, que se vende como la gran solución ideada por el Eixo Atlántico, ya figuraba en un informe similar olvidado en los cajones del Ministerio de Fomento, como recuerda el exministro José Blanco. Poco importa quién tenga la llave de la caja. Cada vez que se aprueban presupuestos estatales o autonómicos seguimos repasando nuestro manual de reivindicaciones, que se hacen históricas. Los presupuestos tienen rango de ley y la norma aplicable es relegar a la ciudad de Lugo. Solo el proyecto del polo tecnológico de Rozas, que se ejecuta en un municipio limítrofe pero beneficia directamente a la capital, invita a soñar.
