Opinión

Un bus por la ruta equivocada

El coste de este servicio se cuadruplicó desde 1999, pero sigue en caída libre de usuarios

EL LUCENSE se sube cada vez menos al bus urbano o al menos esa fue la tendencia en los últimos dos años, cuando este servicio de transporte básico para cualquier ciudad perdió 145.000 viajeros. Las razones de esta sangría hay que buscarlas en un diseño que trata de atender a los vecinos de todos los barrios con largas líneas que recorren callejuelas y hacen cientos de paradas, pero que son impuntuales y poco atractivas para quienes buscan agilidad para moverse por la ciudad.

Solo la apertura en 2011 del Hula, que obligó a los lucenses de la zona urbana a usar transporte para ir al hospital, ayudó a mejorar las cifras y ese año creció el número de usuarios en 320.000. Sin embargo, la tendencia a la baja volvió a evidenciarse en años sucesivos hasta quedar en cifras similares a los años 2009 y 2010.

Por si fuera poco, el coste de mantener este servicio no ha hecho más que crecer desde que en 1999 se acometiese la última reestructuración y las pérdidas casi se han cuadruplicado desde entonces. Según los datos oficiales, el Concello tuvo que pagar a la concesionaria en 2015 un total de 2.219.012 euros para compensar el desfase entre los ingresos por billetes y los gastos que genera el transporte público, una cantidad que en 1999 era de apenas 654.000 euros. Desde aquel año, este servicio público ha visto cómo aumentaba progresivamente la factura, que en el 2000 superaba el millón de euros y, siete años después, los dos millones, hasta llegarse a la cifra máxima registrada en 2013, cuando se abonaron 2.456.000 euros.


La única ventaja del nuevo contrato para el Concello será el aumento de frecuencias, lo que puede seducir a los lucenses para que vuelvan a subirse al bus


De 2016, aunque hay cifras sobre la caída de usuarios, no las hay sobre el déficit de este servicio, debido a que en todo ese año y lo que va de este no se abonó ninguna factura a la concesionaria debido a que fueron rechazadas por el interventor municipal, que considera que no deben incluir el pago de Iva al tratarse de una subvención para cubrir las pérdidas del servicio. Sin embargo, a mediados de ese año se firmó el nuevo contrato con Autobuses Urbanos de Lugo, del grupo Monbus, que continuará prestando el servicio diez años más, aunque con unas condiciones diferentes.

El Concello se comprometió a abonar desde entonces 2,10 euros por kilómetro recorrido por cada bus, lo que está generando una rebaja de unos 100.000 euros al mes desde junio en el coste total del servicio. ¿A qué se debe esto? La concesionaria apuró en el concurso el precio del kilómetro para ganárselo al grupo catalán Marfina Bus, pero a cambio de duplicar las frecuencias en 16 de las 19 líneas actuales, con lo que, en cuanto se ponga en marcha la reestructuración, el número de kilómetros recorridos casi se duplicará, al igual que el coste del servicio. La única ventaja del nuevo contrato para el Concello será el aumento de frecuencias, lo que puede seducir a los lucenses para que vuelvan a subirse al bus y rebajar, con el aumento de la recaudación por billetes, la factura de este servicio deficitario. Pero eso es por ahora solo un futurible.

En quince días, los agentes de la Policía Local destinados a controlar la paradas y el carril bus, dentro de la campaña 'Aparca con xeito' impusieron 500 multas de 200 euros, que si todas ellas se abonan con la reducción del 50% por pronto pago, reportará unos ingresos de 50.000 euros, que casi servirían para pagar el aumento mensual de 450 euros que van a tener los agentes con la nueva RPT.

La segunda fase del 'Aparca con xeito' se centra en el control de las zonas reservadas para carga y descarga, en las que solo están autorizados a estacionar a determinadas horas los vehículos industriales. Sin embargo, un trabajador bromeaba el viernes al decir que a pesar de que ahora ya no resulta difícil encontrar sitio en estas zonas, "ya no paramos ni nosotros con las furgonetas, por miedo a que nos multen".

Tras la quincena de control de la zonas de carga y descarga, vendrá otra para evitar los vehículos en doble fila y, después, otra para evitar los estacionamientos sobre las aceras. Ciudadanos criticaba el viernes esta práctica habitual en algunas calles como Río Neira, donde curiosamente se ubica la unidad de sanciones de la Policía Local, y que dificultan el tránsito de peatones y personas en silla de ruedas.

Comentarios