Opinión

Presupuestos y corrupción

HOY NO es el día adecuado para analizar los Presupuestos del Estado, tarea que ya hicieron comentaristas acreditados, economistas entendidos y los líderes políticos, tanto del partido que sostiene al Gobierno como de la oposición. Pero uno no puede resistir la tentación de hacer tres reflexiones sobre las cuentas públicas.

La primera, que siendo los Presupuestos la hoja de ruta que tiene el Gobierno para desarrollar sus políticas, se presentan muy tarde y, en el mejor de los casos, no se aprobarán antes de junio. Por tanto, solo quedarán seis meses para ejecutarlos y ya se sabe que el nivel de ejecución es lo que determina que sean un instrumento solvente o papel mojado, como ocurrió con el Ave a Galicia, que estaría circulando hoy si se ejecutaran todas las partidas presupuestarias consignadas desde el año 2009. Pero a la gestión pública del tiempo le falta el rigor que tiene la gestión privada.

Si se recuperara solo la mitad de lo robado, este país no tendría déficit, la deuda sería soportable y habría más recursos para el Estado de bienestar

La lectura de la columna de gastos —segunda reflexión— revela que pensiones e intereses de la deuda, ambas partidas in crescendo, y desempleo se llevan la mitad de la tarta y si se suman los gastos de los servicios públicos básicos, sanidad y educación queda poco para aplicar a otros capítulos productivos. Sostener este nivel de gasto requiere, además de multiplicar los ingresos, aplicar políticas de ahorro, entre ellas adelgazar las administraciones que en su estructura actual son insostenibles aunque la economía siga creciendo en los porcentajes actuales. De ese ahorro nada se dice.

La reflexión final. Contaba Fernando Salgado en el artículo Los cuentos y las cuentas públicas que en una charla con escolares de Carballo, después de explicarles que "lo que no está en los Presupuestos no está en el mundo", un alumno le preguntó: "Y lo que roban los políticos, ¿también figura en los Presupuestos?".

Al escolar solo le faltó incluir entre los que roban a las organizaciones empresariales y sindicales, a empresarios corruptores y a sindicalistas, a los banqueros, a los de las mordidas del 3 por ciento, que no son solo los catalanes de Convergencia y a los que defraudan al fisco. Todos se llevaron miles de millones de dinero público.

Si se recuperara solo la mitad de lo robado, este país no tendría déficit, la deuda sería soportable y habría más recursos para el Estado de bienestar. Pero aquí nadie devuelve nada y en los Presupuestos no figuran las pérdidas por las enormes cantidades robadas. La pregunta del alumno fue muy acertada.

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