ADEMÁS DEL efecto antiestético que causa, produce bochorno que en muchas viviendas deshabitadas hayan de sellarse y tapiarse puertas y ventanas para atajar el acceso a los okupas, en vista de que nada (ni nadie) se lo impide. Es más, la ley les protege frente al desamparo que sufren los propietarios de inmuebles invadidos, como si tuviesen que ser ellos los llamados a resolver el problema de la vivienda, que no siempre es el pretexto, porque también es el negocio enmascarado de algunos jetas, dedicados al alquiler de lo que no es suyo, o por pertenecer a un rancio movimiento, que más que defender la libertad que demandan, apandilla a grupos de maleantes. Ahora bien, por extraño que parezca, todos ellos son los menos culpables de que se converja en esta situación esperpéntica de delinquir con la connivencia de quienes tienen el deber de evitarlo. ¿Por qué quienes tienen encomendada la seguridad y la protección de los ciudadanos miran siempre para otro lado cuando toca resolver tanto abuso? Ojalá se apreciase la misma despreocupación a la hora de cobrar el Ibi de los inmuebles violados; en eso sí andan prestos y raudos. No fallan.
