Opinión

Calidad y pluralidad

EL ACTUAL panorama audiovisual español hace más urgente la reforma de la televisión pública en un objetivo que prime la calidad en su programación y la pluralidad, no solo información, acorde a la realidad social. Los contenidos de calidad, no incompatibles con el entretenimiento, han perdido espacio.

Los medios públicos estatales y autonómicos han de caracterizarse por su contribución a la cultura: atender la demanda de unos, de minorías que no están atendidas, y contribuir a la formación y cultivo de todos. RNE es en alguna de sus fórmulas, como Radio Clásica o Radio 3, una ejemplar excepción. No podría decirse lo mismo de la dudosa fórmula de Radio Galega Música. También RNE supera la prueba ejemplarmente en programas informativos, como el diario de la noche. La reforma que esta semana aprobó por unanimidad el Congreso responde sin duda a la necesidad de abandonar la instrumentalización informativa partidista de los medios públicos. Y responde también a la necesidad de abandonar las prácticas que entienden estos medios como plataformas de carga ideológica unidirección. No se salva ninguno. Hubo una excepción temporal en materia informativa, que hay que reconocer, bajo el gobierno de Rodríguez Zapatero.

¿Cómo se va a plasmar en la práctica, qué vías puede seguir, ese concurso público para la presidencia de la Corporación y la elección de consejeros de la misma? Para la credibilidad de la apuesta por una radiotelevisión pública independiente es clave la concreción de esa fórmula de 'concurso público' para la responsabilidad máxima y para su consejo. No parece fácil la fórmula. Solo la pluralidad y la calidad profesional e intelectual de los representantes en el Consejo, al margen de mandatos y obediencias partidarias, puede garantizar el objetivo que se aplaude en la reforma que aprobó del Congreso.

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