Opinión

Política y ley del péndulo

ACTUALMENTE, EL antagonismo tradicional entre derecha e izquierda, ha quedado obsoleto, superado y como dice Daniel Innerarity ya no sirve "para encarar las transformaciones sociales y evitar el auge del populismo".

En efecto, entre los partidos tradicionales se ha producido un trasvase o intercambio de principios y postulados ideológicos que han debilitado sus perfiles doctrinales originales.

A la dicotomía derecha-izquierda, rígida e inalterable, se han incorporado elementos comunes a ambas referidos al llamado Estado de Bienestar, como la sanidad, la educación y la justicia, que se reivindican como universales, gratuitas y de calidad. Estos principios ya no son patrimonio exclusivo de ningún partido político. Igual ocurre con la necesidad de atender los problemas acuciantes y numerosos que plantea la dependencia por el fenómeno demográfico de la mayor longevidad de las personas.

Hoy, más que refugiarse en reductos inexpugnables de derecha e izquierda se tiende más a definir las distintas posturas políticas en radicales o extremistas y centristas o moderadas.

Parece, sin embargo, que en el fondo se cumple la ley del péndulo, es decir, que tanto la derecha como la izquierda tienden aislarse de sus posiciones más extremas para, como ocurre con la ley física del péndulo, tras las normales oscilaciones buscar el centro.

En esa búsqueda de la identidad política se pretende distinguir entre lo ideológico y los valores. Precisamente la preocupación de la izquierda por erigirse en hegemónica consiste en saber donde acaban los valores y donde empieza la ideología. En este dilema la portavoz de Podemos Irene Montero afirma que las ideologías y los valores son indivisibles pero que éstos tienen que concretarse en decisiones políticas.

Por su parte el historiador Abdón Mateos reconoce que muchos de esos valores no son exclusivos de la izquierda y cita como ejemplos el pacifismo, la antiviolencia, el anticonsumismo, la honradez, el ecologismo, el antiglobalismo y la cultura, por considerarlos muy genéricos.

Como colofón a este enfoque que augura la nueva política y su abandono de la ideologización, merecen señalarse los cuatro parámetros que cita Innerarity como los principales para que cualquier partido, sea el que sea, resista la volatilidad y que son: "identificación con el país, eficacia en la gestión, ética pública y sensibilidad social".

La misma idea la expresa Felipe Fernández Armesto al afirmar que la política se plantea metas que superan "el arte de lo posible", para afrontar los grandes desafíos que debe encarar el mundo, como la desigualdad, el envejecimiento, o el cambio climático.

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