Opinión

A los niños

A VECES ME dicen que en esta columna hablo mucho de los niños. Es verdad: los niños me preocupan, como me preocupan los ancianos, por su condición de seres indefensos, más susceptibles de sufrir abusos, y con menos recursos para defenderse de los golpes figurados o físicos. En esta Cataluña desnortada los niños han sido las más intolerables víctimas del disparate: niños usados por sus padres como escudos humanos, niños que llamaban hijos de puta a los guardias civiles, niños azuzados al odio por tv3. De todo este aquelarre pavoroso, lo peor han sido las noticias de niños hostigados por sus propios maestros. La semana pasada hablaba de unos niños que encontraban en la escuela un refugio para el desastre. Hoy tengo que hablar de esos críos catalanes que se han encontrado con el escrache entre las paredes del colegio, que es un territorio en el que cada niño debería poder acogerse a sagrado. El símbolo de la vergüenza es ese hijo de guardia civil a quien su profesor echó una bronca de aquí te espero tras saber que su padre había participado en el dispositivo – esa gigantesca chapuza – contra el referéndum ilegal. En un país más decente que este, el profesor que cometió tamaña aberración sería expedientado de inmediato. Aquí se pasará página "para no echar leña al fuego", como dicen los buenistas que andan porque su padre es guardia civil.

Comentarios