Opinión

Trágico aviso

EL HORIZONTE en una jornada anormalmente cálida por las altas temperaturas estuvo este domingo cubierto de humo por los numerosos incendios que se registraron este fin de semana en Galicia. Lugo no fue una excepción. Hubo momentos de alarma y preocupación. Es cierto que el clima de este otoño no se corresponde al propio de la estación y que esta sequía se arrastra de todo el año. Es cierto que en Portugal se decretó una alerta general por los incendios y que la situación del país vecino es la peor de todo el año, ya cargado de destrucción. Es cierto que este problema se produce igualmente, y además con alto coste de vidas humanas en otros territorios tan desarrollados, como California. Es cierto que para la extinción de los incendios es fundamental actuar con rapidez, con la máxima inmediatez una vez originado el fuego, y que eso exige medios humanos y técnicos de observación y para las labores de extinción. Pero también es cierto que por el número y las localizaciones geográficas y en el horario de los fuegos de este fin de semana estamos ante indicios claros de acción criminal. De incendios provocados. Y también es cierto que sobre este particular, la acción intencionada criminal, la ignorancia o el desconocimiento es preocupante. Para prevenir es imprescindible la labor policial, además, por supuesto, de las políticas drásticas forestales que no se acaban de concretar, y que no se aplican por tanto, además también de una estricta ordenación del territorio agrícola-forestal, políticas que no logran el consenso imprescindible. La polémica política ahora mismo sobre brigadas o no brigadas entra en la lógica opositora pero no debería prolongarse en el tiempo. Esta situación extraordinaria que vive Galicia, la experiencia del sábado y domingo, con todas las acusaciones que se quiera, debería ser la alarma última para acometer las reformas pendientes en ordenación forestal.

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