COMO EN botica, en política hay de todo. No faltan ni los sensatos/competentes ni los tontainas integrales, entre ellos los analfabetos en historia, a la que enredan y maltratan. Julián Marías y Arturo Pérez Reverte escriben al respecto. Jueces de los difuntos el primero y En compañía de tontos el segundo. Dice Marías que algunos de estos incompetentes no hacen otra cosa que "cambiar nombres de calles y retirar estatuas, placas y monumentos, mientras algunas ciudades se degradan día a día". Cita como ejemplo a Carmena, responsable de un Madrid "cada día más sucio y descuidado". Reverte ataca a Colau por querer cargarse la estatua de Colón en Barcelona. "Y no es la única que tiene la piqueta de demolición en el cogote. Nada hay más tranquilizador que la estupidez compartida, global, en un mundo donde juntas a un fanático o un malvado con 1.000 tontos y, matemáticamente, obtienes 1.001 hijos de la gran puta". Cristina Kirchner (otra que tal) hizo demoler en su día la efigie del descubridor en Buenos Aires, y en Los Ángeles andan en ello. Es decir, mezclan el fanatismo delirante que los corroe con la historia que ignoran y sale la pócima esperada.
