¿LAS POLÍTICAS y las prácticas forestales o el terrorismo incendiario? Es una pregunta falsa. No son excluyentes, salvo que se formule como pregunta trampa. Ambas -realidad caótica de las plantaciones en los montes gallegos y realidad incuestionable de fuegos provocados- forman parte de la explicación de lo que sucede con los incendios, además de otras razones relevantes en este momento como la climatología. Harían bien los grupos políticos en dedicar el tiempo mínimo al reparto de acusaciones y responsabilidades y en recurrir a las tópicas vías argumentales que alimentan la economía del fuego. No deberíamos tolerar los ciudadanos gallegos más enredos partidistas, vale para todos los partidos, según estén en el gobierno o en la oposición desempeñan idéntico papel con los incendios como pretexto. Ni deberíamos tolerar más aplazamientos para que se acometan las modificaciones legislativas necesarias y se ejecuten las políticas forestales y de ordenación de los usos de terrenos de monte, forestal y agrícola. Ha de ser desde el consenso para no sucumbir al miedo del voto, si se abordan en serio cuestiones como la tentación de simplicarlo todo a contratación de personal, la penalización de fincas abandonas, la ordenación de especies, y el necesario impulso a la concentración de propiedades con objetivo forestal. Las polémicas recientes, e instrumentalización partidista, con la regulación de las plantaciones de eucalipto, son un buen ejemplo de la necesidad de consenso. Pónganse a la tarea de legislar sin hacer oídos a recaderos de intereses electorales cortoplacistas o de grupos económicos de presión. Y sobre los sucesos mortales de este fin de semana, más que declaraciones de los responsables autonómicos o centrales de Interior, hay que esperar una labor de investigación policial eficiente que ponga ante los tribunales a los autores.
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