Opinión

Terroristas

SUFRIENDO, más que observando, el dantesco y tremebundo panorama incendiario, lo primero que se piensa es que nunca habrá medios suficientes para combatir tanto fuego desbocado. Sobrepasa cualquier posibilidad humana. Cierto que todo puede mejorarse, empezando por la estrategia forestal, pero lo desproporción entre lo que se dispone y lo que se necesita es tan abismal que la única opción es centrar el mayor esfuerzo en impedir que ocurra. Se puede y deben habilitarse todos los resortes de prevención, pero poco se habrá conseguido si los pirómanos y terroristas se mueven, impunes, sin control. Sueltos andan, entre otras cosas porque los correctivos que se aplican a los declarados ejecutores son tan exiguos y triviales que no sirven de escarmiento ni surte ningún efecto disuasorio. Se pide endurecer la ley sin preguntar para qué si se incumple la vigente. Lo que se exige es intensificar la investigación y aplicar con todo rigor el código penal. No siempre la represión es lo más eficaz, pero la ley está para cumplirse y más si falla la concienciación. Urge arrinconar, y castigar, a quienes rompen con tanta irracionalidad los moldes de avenencia.

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