Opinión

Día del conflicto

COMO CADA DÍA tiene su afán, ayer, tercer jueves de octubre, fue el Día Mundial de la Resolución de Conflictos, aunque no lo parezca. No lo parece por el contenido del intercambio epistolar que mantienen Mariano Rajoy y Carles Puigdemont. Ni lo parece tampoco por la polémica entre el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva. Rueda preguntaba cuánto va a aportar la Diputación para los daños de los incendios y la presidenta provincial respondió al envite: le pidió a Núñez Feijóo que cese a su vicepresidente. Mensajes dirigidos, cada cual a sus seguidores y no a los destinatarios a los que formalmente se envía. Algo similar viene sucediendo con el problema catalán, que cada cual envía su discurso a la propia parroquia y no al interlocutor con el que hipotéticamente está dispuesto a dialogar. Parece que finalmente se pasa a los hechos frente a lo que, reconociendo que hay un problema de fondo innegable, no dejaba de ser una provocación en toda regla, desde la carta de este jueves –"si me aplicas la ley, me voy", que así se resume la misiva del presidente de la Generalitat–, hasta quienes ven civismo y paz que en un sistema de libertades se destrocen los coches policiales y se impida salir de un recinto a una comisión judicial. Se le podrá aplicar también la calificación de humillación a estos hechos. ¿Cuál corresponde a la persecución por los hoteles y calles a policías y guardias civiles? En la visión del conflicto –lo hay–, que viene de atrás en la historia y todo apunta a que seguirá por muchos años más, hay quien con lecciones de supuesta ética y objetividad periodística da únicamente por válido el relato independentista y descalifica como seguidismo oficial a quienes lo cuestionan o no le llaman presos políticos a los detenidos por infringir las leyes de un país democrático. Dígase abiertamente si se cuestiona el propio sistema legal para saber que tratan de otras cuestiones y no de resolver el conflicto catalán dentro del campo de juego y con el reglamento.

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